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El culpable es el modelo socioeconómico

El cambio climático es un fenómeno que se viene dando en nuestro planeta desde sus comienzos. Este tipo de cambio ha aumentado drásticamente su ritmo desde la revolución industrial, lo que es digno de preocupación.

El clima de la Tierra ha variado muchas veces desde su mismísima creación: períodos glaciales, cálidos, templados. Cuando en 1760 empezó la Revolución Industrial en Reino Unido, el hombre comenzó a experimentar una rapidez en el desarrollo de vida nunca antes visto. De lo que las personas de esa época y de los posteriores dos siglos no se dieron cuenta es que estas formas de generación de energía, este modelo económico y la cultura que se generó alrededor de ellos, son extremadamente perjudiciales para nuestro planeta. Centrales de energía a base de carbón echando humos a la atmósfera, empresas creando objetos con obsolescencia programada, personas tirando “basura” en cualquier sitio, peces muertos flotando en un lago contaminado, entre otras terribles imágenes se vienen a la mente cuando se habla del tan temido (e ignorado), cambio climático.

Este fenómeno que ocupa cada vez más titulares, muchas veces se lo relaciona solamente con “los vaporcitos” que salen de las chimeneas de las fábricas, por lo tanto, con ese criterio, con solo tapar la parte superior de esas “terribles estructuras alargadas del demonio” resolveríamos el problema. Desafortunadamente, la situación a la que nos enfrentamos es mucho más compleja y difícil de analizar. Prácticamente todo lo que hacemos fomenta o genera gases de efecto invernadero que provocan este cambio climático. Los métodos de producción actuales están construidos sobre bases que, a su vez, fueron planteadas cuando el tema medioambiente quedaba relegado a un grupo de hippies sin futuro. La economía y la cultura de nuestras sociedades, se fueron moldeando de tal manera que se acomodaron a estos tipos de producción y así surgió el “Modelo de Economía Lineal”. Según esta perspectiva las cosas fueron creadas para terminar en algún océano o bajo la tierra. Como si de una línea se tratara, nuestra economía comienza con la extracción de materias primas, que se transportan para la fabricación de componentes. Luego estos se transportan para la fabricación de productos finales, que se volverán a transportar para la puesta en venta al público en general. Este público también se transporta hasta las tiendas para la compra, el uso y el desecho de los productos fabricados.

Durante “la línea de vida del producto” ocurrieron muchos desastres. En un comienzo, los lugares de donde se tomó las materias primas fueron contaminados con pesticidas, cianuro, petróleo, etc. Durante todo el trayecto, el transporte largó gases tóxicos a la atmósfera sin parar. En las fábricas, el material restante fue botado en el océano y los métodos de producción se encargaron de seguir generando esos famosos “humos malos”. Mientras tanto, los ingenieros en el área de diseño se esfuerzan por limitar cada vez más la vida útil de los futuros productos. Las tiendas encargan publicidad para que las personas reemplacen productos que todavía sirven. Los consumidores lanzan el empaque de los bienes recién comprados por la ventanilla de sus autos y usan los productos hasta que consideran que “ya no sirven más”, entonces, los botan. Por último, la atmósfera, los océanos y el suelo se llenan de “basura” que podría ser reaprovechada.

Resumiendo, producimos bienes para que terminen en la basura. Este concepto puede llegar a ser deprimente. Esfuerzo y tiempo de tantas personas tirados sin más ¿Este es el mejor desarrollo que la humanidad puede generar? ¿Un desarrollo simplista, corto y sin alma?

Yo, personalmente, creo que no. Soluciones como el cambio a un modelo de “economía circular” puede ser la clave, pero veo muy difícil que esto ocurra siquiera en el mediano plazo. La sociedad sigue sin estar preparada para cambiar, pero sino no nos adaptamos rápido el cambio va a llegar de todas maneras, pero en forma de cambio climático.

Franco Manassero 5°2

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